El mapa del tiempo, de Félix J. Palma.

Siguiendo las normas de cortesía habituales en Internet, lanzo el siguiente aviso para navegantes: "¡Aviso, la siguiente reseña contiene spoilers!", que es tanto como decir que lo que viene a continuación contiene estropeadores, avances de la trama del libro. 
Así pues, querido lector, si deseas que la trama siga siendo una sorpresa, no sigas leyendo.  Por si acaso, dejaré un par de líneas en blanco.


Si todavía sigues conmigo, te presento, en tres actos, El mapa del tiempo, de Félix J. Palma.
Primer acto: Londres victoriano. Un enamorado que hace años dejó morir a su amada a manos de Jack el Destripador por circunstancias que no vienen al caso, pero entre las que se incluye su propia cobardía, emprende un viaje en el tiempo para salvarla. 
El viaje en el tiempo resulta no ser tal.
Segundo acto: Londres victoriano. Una joven de buena familia, hastiada y con una despreocupación por encontrar marido rayana en lo alarmante teniendo en cuenta la época, inicia un idilio con un viajero del tiempo. 
El viajero del tiempo resulta no ser tal.
Tercer acto: H. G. Wells, protagonista indiscutible del tercer acto y personaje decisivo en los dos anteriores, se enfrenta a un asesino-viajero del tiempo para salvar su vida y su última novela. 
El viajero del tiempo sí resulta ser tal.
Al final uno cierra el libro con la sensación de haber leído un gran trampantojo; como si hubiera asistido a una representación de magia bien coreografiada, bien escenificada, en la que se nos va mostrando el mecanismo de cada truco al final del mismo. Y cuando una, espectadora avezada, escudriña las manos del mago en busca del mecanismo del último truco, no lo encuentra, porque el mago hace magia de verdad. 

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